martes, 7 de mayo de 2013

Takayanagi.

Esta entrada no es para reflexionar, sino para literalmente vomitar. Cuando la vida te satura uno debe desahogarse y para eso se crearon este tipo de cosas que uno trata de utilizar sabiamente, sin embargo siempre se termina jodiendo. 

No es mi interés en este momento hacer algo divertido, que sea chori o conocido para ustedes, cosa que digan "si, me pasa lo mismo". Me importa... digamos... nada. 

Estoy escuchando el disco de Masayuki Takayanagi "Ginparis Session". Importa? realmente. NO!
Pero es una buena elección para dormir. El meollo de este asunto es simplemente vomitar. Escuchar esta cosa rara me hace vomitar mentalmente, y cuando esto sucede siempre me acuerdo y pienso en los psiquiátricos. Esos weones deben cagarse de miedo cuando algo como lo mio les pasa. 

Se imaginan lo terrible que debe ser no poder confiar en tu propiamente, y que de hecho, esta misma te jode en tu contra. No saber si estas soñando, si estas despierto, si es un delirio o es tu realidad. Mirar a tu alrededor y de pronto despertar tu conciencia y no saber que estas haciendo en ese lugar, pero ahí estas. Te carcome por dentro la duda de no saber que hay afuera, que certeza existe del tiempo. Si lo que escuchas es realmente un sonido o es una vibración de tu propia creación mental.

Pero también puede ser que manejen portales mentales que les permiten ser sensibles a otras formas de comunicación y no tan rusticas como el tocar-hablar-mirar que tenemos nosotros "los normales". Que lindo sería que todos tuvieramos una forma única de comunicarnos, que nadie supiera el mensaje. Que todos caminaran solos en la calle, que lloviera siempre. Que todos escucharan a Takayanagi. Que bella sería la vida sin vida. Todo gris, mojado, mohoso y fome. Que las tristezas sean como estornudos del invierno, que la desilución sera crujiente con tu mantequilla. Que los malos recuerdos y las penas sean el jugo de tu colación. Y que en tu cama encuentres paredes acolchadas que te impidan correr o esconderte de tu propio demonio.

Ese demonio que está domado gracias al colegio, sociedad y familias que temen que sea liberado y suelte al verdadero humano. Cerdo, triste, pobre huevón solitario que no tiene donde caer muerto, porque nació muerto.

En el cierto fondo del asunto. Estamos todos muertos, unos se estan pudriendo, y los otros siguen la luz que los encandila. Otros escogimos mirar de afuera como los muertos se mueven.

Ojala que en el infierno suene Takayanagi.